viernes, 9 de enero de 2009

Carta a la soledad

A veces quisiera no haberte conocido,
otras tantas quisiera haberlo hecho antes.
Esto sucede tan a menudo que no sé si es el paso de los días,
eternos espectadores del microcosmos que denominamos humano,
aquél que me ha conducido a la locura del "te amo".
Y es que las hay, ocasiones sin sentido, en las que siento que estás,
pero no te encuentro en los abismos de mi sentir.
Y son esas mismas cuando me demuestras que ahí estuviste
desde mi nacer, mi vivir, mi renacer.
Aquellos días en los que la caricia de tu mano me emergía de la nada,
aquellos días en los que un beso se traducía en mi gloria,
esos mismos en los que la vida se basaba en dos palabras,
y su ausencia me daba vuelcos en el estómago.
El día de ayer me levanté recordando quien eres,
fue de esos días nevados donde nada tiene sentido,
donde el blanco atardecer de las montañas me refleja tristeza
y tu ausencia me hace denotar que la vida me jugó una mala broma.
Debo aceptar que me sentí desconcertado de encontrar
que no eras tú en esta ocasión la que me hizo sacar una lágrima,
debo de aceptar que fue el recuerdo de tu ser, sí
pero en realidad era más el temor a que sucediera nuevamente lo que no deseo.
Esta carta simplemente es para despedirme de ti.
Para agradecerte el haberme dejado en medio de la nada,
A tu lado no habría tomado la decisión de crecer,
Y fue por ti por lo que decidí seguir por este camino.

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