domingo, 31 de mayo de 2009

Quemar las naves

Su vuelo hacía escala en Heathrow. Faltaban aún las 7 horas de vuelo para llegar a lo que sería su nuevo hogar. Estaba cansado, la mirada perdida y aún debía soportar el tedioso transbordo, el cambio de sala, el constante ruido del ajetreado aeropuerto inglés. ¿Valía la pena viajar tanto para cambiar de vida? Había logrado entrar a una de las universidades más prestigiadas de los Estados Unidos. Tras una competencia extenuante en contra del reloj y de millones de candidatos que a la vez habían aplicado, pudo conseguir filtrarse y llegar a estar entre los 10 mejores. Eso le proveyó una beca que le daba la oportunidad de viajar desde su pequeño país, ubicado en la Europa olvidada, hasta el lugar donde conseguiría el sueño americano. Sólo 90 minutos más para abordar el vuelo que lo llevaría a su destino.
Hace algunos meses iniciaron los trámites. Sucedió cuando su profesor de física logró interesarse por él. Era un alumno modelo de una preparatoria no muy popular en un país remoto. El candidato perfecto para salir al mundo real y competir con gente de todo el mundo. El profesor, también egresado de una universidad norteamericana, no dudó en decirle que lo recomendaría para cualquier aplicación que él deseara. Al final del camino logró reunir todos los papeles y el dinero necesario para enviar su solicitud. Meses después, tras una larga desesperación, el resultado llegó en sobre cerrado con membrete. Había sido aceptado y figuraba entre los mejores alumnos, sería entonces un honor tenerlo como alumno. Un verano de extenso trabajo y la ayuda de sus familiares y amigos fueron suficientes para comprar el boleto de ida a los Estados Unidos.
Ahora es cuando la inseguridad y los miedos salen a relucir. ¿Sería aceptado en aquél mundo tan distinto al suyo? ¿Podría adaptarse al ritmo de una ciudad norteamericana, con los vicios, los crímenes, los negocios mercantiles? Si lo que había visto por televisión era cierto, iría a una de las ciudades más cosmopolitas del mundo. Durante todo el verano se convenció de que lo mejor era no pensar en lo que dejaba, sino en todo lo que le esperaba allá. Ante él la oportunidad de lograr lo que muchos deseaban: estudiar en una universidad prestigiada en los Estados Unidos, graduarse y convertirse en parte del respetable club de egresados que diariamente mejora el mundo.
La fría llegada a los Estados Unidos de América siguió una no tan calurosa bienvenida por parte del comité escolar. Esto realmente no afectó su ego, aunque sí sus expectativas. Le habían dicho que la gente era más amable aquí, pero no era cierto. Lo más extraño es que su círculo de amigos no prometía ser gente local, sino la seleccionada elite extranjera. Aquí figuraban gente de todas partes del mundo, India, China, Corea, Medio Oriente, Latino América. Durante la fiesta estuvo expuesto a los grandes vicios del país, alcohol, tabaco, sexo. Mientras que los latinos disfrutaban de la fiesta, los musulmanes y orientales decidieron irse temprano. Él por su parte decidió quedarse un poco más. Pronto conoció a un mexicano, quien sería luego su mejor amigo.
El mexicano estudiaba en México, y había decidido aplicar a un intercambio en los Estados Unidos. "Money is in the US, these gringos have everything" solía decir. Su amistad evolucionó a un grado de dependencia muy alto. El europeo no se veía perdido en la Unión Americana sin su colega mexicano. Ambos aprendieron el uno del otro todo lo que se tenían que enseñar, aunque no siempre lo aplicaban. El europeo terminaba las fiestas sentado esperando a que su amigo se pusiera extremadamente ebrio, para después llevarlo a su casa. En parte era como su ángel guardián.
Para cuando terminó el año escolar, su amistad era a prueba de balas. El problema es que su amigo mexicano no regresaría. Se vería nuevamente solo, cómo cuando llegó. Le preocupaba, pero podría empezar nuevamente.
Al final su amigo le dejó una carta. "Prométeme que no la abrirás hasta que me vaya". Y así fue.
Cuenta la historia que cuando Hernán Cortés llegó a México mandó a quemar las naves en las que su flota desembarcó. Esto con el afán de que nadie huyera del nuevo mundo. La frase fue también utilizada por Mario Bennedetti, pero para él las naves debían estar llenas de todo lo malo que somos. Es entonces imprescindible que te te diga que ahora que inicies un nuevo año quemes las naves. Deja atrás todo lo que aprendiste en Europa, quémalo. Deja atrás los prejuicios, deja atrás los rencores, entierra el pasado y disfruta de lo que vives en el presente. Quema las naves. Sólo así podrás disfrutar de lo que viene. No te vuelvas desobligado, holgazán o engreído, quema lo malo y quédate con lo bueno. Reinvéntate. Haz amigos. Busca una novia. Ve a fiestas. Estudia. Organiza eventos. Sé tú mismo. Quema esas naves que no te dejan.
El día que inició el siguiente año las naves fueron quemadas. Dejó de ser el anterior y comenzó a vivir la vida. Hizo lo que quizo. Disfrutó. Al finalizar su carrera fue a visitar a su amigo en México, quien se dio cuenta del cambio. Las naves fueron quemadas.

miércoles, 15 de abril de 2009

La última determinación

El viaje fue planeado con dos semanas de anticipación. Se irían al sur de la República a un viaje por las ruinas mayas y algunas comunidades indígenas. Días antes, él decidió que sería ideal pedirle matrimonio bajo el maravilloso paisaje de las cascadas de Agua Azul. Cuando llegaron al lugar de ensueño, la lluvia no dejó que el momento mágico se convirtiera en realidad. El plan de él fue frustrado y debió pensar cómo hacer para pedirle que fuera su esposa. Él estuvo distante durante todo el trayecto que proseguía hasta San Cristobal de las Casas. Ella se dio cuenta, pero decidió no hacer caso. Ya en San Cristobal, ella decidió preguntarle qué le sucedía, a lo que él respondió que realmente no era nada. Ella decidió ser paciente. Durante la noche ella soñó que su novio le pedía matrimonio con un anillo hermoso con una turquesa azul. Ella le comentó, a lo que él no pudo responder a nada. Su plan aún no era el ideal.
Ese día decidieron ir a la comunidad de San Juan Chamula, donde la gente habla poco español, pues su lengua nativa es el tzotzil. En el pasado ella había convivido con niños tzotziles al irse de misiones a Quexalucum, Chiapas, donde jugó con ellos y pasó un rato muy agradable. La experiencia dejó muy marcada a la joven, quien posteriormente se convirtió en psicóloga infantil. Durante aquél día visitaron la comunidad.
Saliendo de la Iglesia se encontraron con una pequeña niña que le regaló una pulserita a la novia. Ella argumentaba que era su amiga y que no debía devolver el regalo. El nombre de la niña era Juanita. La novia por su parte no deseaba la pulsera, pues sabía que era un gancho para luego venderles cosas. Él le pidió a su novia ir al tianguis en lo que se deshacía de Juanita. La novia se fue por su lado en lo que veía que su novio platicaba con la niña y sus amiguitas. En ese inter, las niñas se reían con el novio. Luego corrieron hacia donde estaba ella y le preguntaron "¿Amas a tu novio?" Ella contestó afirmativamente. De la bolsa de Juanita salió una pequeña bolsa de terciopelo. "Dice tu novio que si puede ser tu esposo." Dentro de la bolsa se encontraba la pulsera que Juanita había hecho, pero debajo de ella, el anillo que los comprometería brillaba con gran intensidad. Inmediatamente se lo puso, y con las piernas temblando decidió ir hasta donde su amor esperaba. Las niñas preguntaron si podían acompañarla, a lo que ella respondió que sí. La reacción fue inmediata, una vez frente de él, el novio lanzó la pregunta y ella remató con la respuesta. Se había decidido, el amor de ambos triunfaba tras las risas felices de quienes habían sido cómplices de la más perfecta proposición que marcaba su historia.
Esta fue una historia real, así es cómo Roberto, mi hermano, le propuso matrimonio a Renata.

lunes, 30 de marzo de 2009

La playa: Capítulo 1

Ana y Fernando se conocieron en el café de la plaza. Lo primero que él pensó fue haber visto un ángel. El periodo de enamoramiento fue tan fugaz, como su amor. Aunque ésta no es su historia, sino la mía, nunca me ha agradado iniciar mis relatos conmigo mismo. Además es un excelente punto de inicio, a raíz de su relación se desataron los hechos que voy a relatar. Ana es mi hermana y cuenta con amplia participación en la primera parte de esta historia. Fernando por su lado es tan fugaz, que poco aportó y poco supimos de él posteriormente. Inclusive su hermano resultó más importante a la larga. Demasiado vagas mis ideas, y me excuso diciendo que en realidad no soy un literato nato. Lo mejor será describir un poco más los hechos que desencadenaron mi historia.
Vivimos en Franest, una pequeña ciudad de Spitia cerca de la playa del norte. Mi familia está compuesta por cinco miembros, mis padres Víctor y Sofía, mi hermana Ana, mi primo Daniel y yo. Formalmente debo presentarme, mi nombre es Leonardo Valverde. La familia Valverde siempre ha sido reconocida en esta ciudad, es de las más importantes. Mi abuelo era un respetado ingeniero civil quien ayudó a urbanizar esta ciudad. Mi padre le siguió. Sin embargo mi tío Martín, hermano menor de mi padre, decidió hacerse pintor. Fue cruelmente criticado por mi abuelo y, a su vez, por mi padre.
Martín Valverde se hizo famoso en muy poco tiempo. Sus pinturas se vendían en millones. Mi abuelo tuvo a bien arrepentirse de su error, pero mi padre, orgulloso, jamás aceptaría el suyo. De hecho, jamás pudo expresarle una palabra de arrepentimiento o admiración. A vísperas del séptimo cumpleaños de Daniel sus padres se vieron envueltos en un accidente de automóvil y perdieron la vida. Fue entonces que mi primo pasó a formar parte de nuestra familia. La enorme fortuna de su padre pasaría a manos de él cuando cumpliera los 18 años. En el ínter mi padre fungiría como albacea. Ambos somos de la misma edad, nos separan meses. Ana por su parte es dos años menor que nosotros.
Regreso a Ana, porque la tragedia no cesó con mis tíos. Cuando ella tenía 8 años le cayó un librero encima y quedó paralizada de las piernas. Desde ese entonces usa una silla de ruedas. Eso no le impidió crecer como una niña normal. Lo que es un hecho es que fue para ella difícil conseguir un novio. El primero fue Fernando. Por ello todos estábamos felices, o al menos eso creíamos.
Daniel creció con nosotros, pero fue educado de forma diferente. Mi padre constantemente lo presionaba diciendo que era un flojo y que nunca llegaría a ser nada. El bajo rendimiento académico de Daniel se debía, evidentemente, a la tristeza que llevaba por haber perdido a sus padres. Los míos jamás llenaron ese vacío. Aunque mi madre era buena con él, el calor de una madre no puede fácilmente sustituirse. Mi padre por su lado no ayudó en nada, pues era severo y frío, no deseaba que su sobrino siguiera los malos pasos de su hermano. Daniel tuvo que aprender a cerrar ese sentimiento de tristeza y concentrarse en sus estudios. Mi padre encontró la peor manera de presionarlo, compararlo con su hijo modelo, o sea, yo. Cada mes se podían escuchar los gritos provenientes del despacho, siempre depurando los esfuerzos de Daniel.
Es evidente que cuando Daniel y yo, quienes acudíamos a la misma clase, llegamos a preparatoria, no éramos amigos. Él solía juntarse con Miguel Ángel Salas, quien siempre estuvo en nuestra clase, y con quien jamás pude congeniar. Mi mejor amigo se llamaba José María Loaysa, o Chema, y era un loco que amaba las fiestas, la bebida y las mujeres. Es una ley universal que todo ese tipo de locos tiene un talón de Aquiles, pero para la época dónde todo comenzó, aún no aparecía, aunque poco faltaba. Mi preparatoria se llamaba Centro Escolar de Spitia, y siempre competía contra la otra preparatoria importante de Franest, Colegio Nacional.

lunes, 16 de marzo de 2009

Trilogía

Cómo evoluciona la vida. De un momento a otro todo cambia sin rodeos, sin esperas, sin luces rojas o amarillas. La vida es así. Ayer sufríamos juntos esas largas y amargas sesiones de estudio que terminaban en exámenes tediosos que nos hacían sudar. Hoy sin embargo podríamos reir de ello, acordarnos que nuestros problemas en algún tiempo fueron simples cajas de Pandora virtuales. No era como hoy, problemas reales con enormes cuentas que pagar, de esas que te consumen la vida, cajas de Pandora que no dejan dormir.
La memoria es un arma de dos filos. Por un lado es capaz de enterrar los recuerdos dolorosos, aquellos momentos donde la vida parecía un hilo de equilibrista al borde de la ruptura. Por otro lado nos agracia con remembranzas de épocas que jamás podremos volver a vivir. Y al final nos achaca repentinamente con fantasmas del pasado, personas que conocimos y hubiéramos no deseado, personas cómo tú que se introducen en el corazón, la mente y hasta el estómago de uno simplemente para volcar de cabeza a un mundo sin sentido.
El mundo es pequeño, pues hoy que te olvidado, que no eres más que un simple archivo negro en los confines de mi ayer, apareces de nuevo ante mi presencia y me cambias nuevamente el equilibrio. Vuelvo a convertirme en el acróbata que vivió contigo, y por lo cual te perdí. Vuelvo a ser el yo que había olvidado por haber vivido la época más feliz y a la vez más amarga de mi carrera por este instante de tiempo en la infinidad del espacio al que llamamos vida.

lunes, 23 de febrero de 2009

Super naco millonario

La historia de Carnal Jair, un adolescente de 18 años que vive en Ciudad Neza y experimenta el mejor día de su vida. Toda la nación está viendo, sólo está a una pregunta de ganar el premio mayor en "100 mexicanos dijeron". Cuando el show termina, la polecía lo arresta por sospechar que ha estado mintiendo, ¿cómo un naco puede saber todas las respuestas?
Desesperado por comprobar su inocencia, Carnal cuenta la historia de su vida en los suburbios de Ciudad Neza donde él y su hermano crecieron. Sus aventuras en el Metro capitalino, sus encuentros con pandillas locales, su descubrimiento de Villa Coapa (donde la mujer es guapa), el Zócalo capitalino y sobre Catita, la mujer que ha amado y ha perdido.
Cada uno de los capítulos de su historia revela cómo obtuvo la respuesta ganadora. Intrigado por la historia de Carnal, el inspector de policía empieza a darse cuenta de cómo un joven sin aparente deseo de riqueza gana el show.
Será al siguiente día, a la vista del inspector y de 120 millones de habitantes, donde se decidirá si es Carnal o no, el Super Naco Millonario...
Carnal niño
Carnal y Catita besandose en la estación de metro
Marco Antonio Regil conduciendo el programa
Ganadora de grandes premios como el Cannes, el Globo de Oro, el Ariel y el Oscar, incluyendo un Premio Nobel de la Paz por diseminar la cultura del naco (ah no, eso sólo pasa si eres Al Gore), esta pieza de arte muestra cómo la cultura mexicana puede llegar al corazón de todos.
Tagline: ¡A jugaaaar!
Género: Drama.
Estelarizado por: Gael García Bernal, Ana Claudia Talancón, Diego Luna, Marco Antonio Regil, Rubén Aguirre (como el Sargento Refugio).
Música original de: Ximena Sariñana.
Director: Alejandro González Iñárritu.
Productor: Salma Hayek.
Locaciones de filmación: México Distrito Federal.
Países: México-Estados Unidos

martes, 17 de febrero de 2009

Los días comienzan a alargarse...

Una de las cosas que más me llamaron la atención cuando comencé a entender el diario fue el hecho de que aquí ponen en el reporte de clima un apartado de la hora en la que sucede el amanecer y la puesta de sol.
La mejor forma de comparar dos culturas es buscando algo que tengan en común; en el caso del diario, Metro. No sería absurdo comparar un Göteborg Post con un Reforma, aunque quizás poco nos pueden decir. Mejor será que tomemos dos miembros de la misma franquicia. Cuál va siendo mi sorpresa al encontrarme que el hermano mexicano no publica un reporte climatológico, al menos en el Distrito Federal. Lo bonito es que también existe un hermano regiomontano donde el clima sí importa, aunque sabemos que siempre es terrible.
Entonces decidí poner los dos reportes del clima para hacer una comparación...
El clima según el Metro de Göteborg:
Y el clima según Monterrey: 
Lecciones a aprender:
- A los suecos les interesa el clima de hoy y a los regios el de mañana.
- A los suecos les interesa el clima en todo su país, a los regios sólo de algunas ciudades.
- A los suecos les interesa el clima en otras ciudades del mundo, a los regios sólo el de McAllen por si se van de shopping.
- Finalmente, los suecos dedican más espacio para el clima que los regios. A los defeños no les interesa ni siquiera el clima.
Y después del análisis riguroso de la cultura del clima, vamos a lo que realmente me interesaba comentar. Hace algunos meses amanecía a las 8:30 y anochecía a las 15:30. Hoy reportan un amanecer a las 7:40 y un anochecer a las 17:16. Eso sólo quiere decir una cosa... los días comienzan a alargarse.
La diferencia sí es notable. Ahora salgo de clase de 5 y sigue siendo de día. Antes salía a la penumbra. Salir de clase a las 5 y tener oscuridad era equivalente a no hacer nada... la noche no sirve para trabajar. Me pregunto si ahora me volveré más eficiente. La verdad lo dudo.
Comento esto porque una de las cosas que más me impresiona es el hecho de que en Suecia los días pueden ser tan cortos que extrañas el Sol, o tan largos que extrañas la Luna. No que no lo supiera y puede ser peor. Estoy en una ciudad muy al sur, una vez entrando al círculo polar ártico los días de invierno no existen, son noches; las noches de verano tampoco existen.
Pero además hay algo que también me gustaría comentar... el invierno nocturno no me deprimió como dijeron que lo haría. Sí, es un poco desgastante no hacer nada con el pretexto de que ya es de noche y apenas son las 5 de la tarde, pero así como me contaron que deprimía, la verdad no.
Y pues la verdad es que pongo esta entrada no porque quiera hacer de él un ejemplar literario como las pasadas (exceptuando claro Las ratas no tienen alas que ya es un arte), sino porque se me hizo curioso compartir este hecho de la longitud de los días. Ahora los días se hacen más largos... la duda es ¿me deprimiré por el hecho de no poder dormir con la luz solar?

lunes, 26 de enero de 2009

Horizonte sin estrellas

Estar en ese horizonte sin estrellas
Del saber qué quieres y no saber cómo lograrlo
Del tomar la ruta equivocada y pensar que has hecho lo correcto
De basar tu vida en decisiones no acertadas
De vivir sin vida en ocasiones no esperadas
Superar el reto, hacerte más fuerte
Hacerte notar de entre los débiles
Hacerte crecer entre los presuntuosos
Ver que hace tiempo dijiste que te reirías
Reír del hace tiempo que sufrías
Notar como el quejido fue siempre en vano
Destacar que todo lo que te propusiste fue siempre alcanzado
Y permanecer en el horizonte sin estrellas
No saber a dónde virar el volante
No conocer la ruta que deseas seguir
Perseguir la meta tan distante y la distancia tan perseguida
Caminar por donde ya se ha caminado
Así es vivir sin tener en claro tu objetivo
Saber que al dar un paso lo das tan cautelosamente que te caes
Inundar el suelo con gotas provenientes de tus ojos
¿Lágrimas? Negarlas
¿Llanto? Decir que nunca sucedió
Pero por dentro estallas de rabia cuando te dicen la verdad
Por dentro quieres asesinar a quien te hizo notar tu actitud jodida
Porque te mantuviste ahí donde las sombras permanecen
Nunca encontraste esa luz guía que te orientara
Y ahora no te arrepientes, piensas que todo fue una broma
Mala jugada del destino que sin embargo te traicionó
Te da una puñalada por la espalda y tú ríes
Te mantienes fijo en la convicción de que mañana todo será distinto
Vives el día a día pensando que mañana cambiará
Y el mañana nunca llega porque se convierte en hoy
La decisión la tomas hoy
Te levantas hoy, comes hoy, vives hoy
Y es seguro que si no sales hoy, no sales
Por eso hoy debes de salir del horizonte sin estrellas

viernes, 9 de enero de 2009

Carta a la soledad

A veces quisiera no haberte conocido,
otras tantas quisiera haberlo hecho antes.
Esto sucede tan a menudo que no sé si es el paso de los días,
eternos espectadores del microcosmos que denominamos humano,
aquél que me ha conducido a la locura del "te amo".
Y es que las hay, ocasiones sin sentido, en las que siento que estás,
pero no te encuentro en los abismos de mi sentir.
Y son esas mismas cuando me demuestras que ahí estuviste
desde mi nacer, mi vivir, mi renacer.
Aquellos días en los que la caricia de tu mano me emergía de la nada,
aquellos días en los que un beso se traducía en mi gloria,
esos mismos en los que la vida se basaba en dos palabras,
y su ausencia me daba vuelcos en el estómago.
El día de ayer me levanté recordando quien eres,
fue de esos días nevados donde nada tiene sentido,
donde el blanco atardecer de las montañas me refleja tristeza
y tu ausencia me hace denotar que la vida me jugó una mala broma.
Debo aceptar que me sentí desconcertado de encontrar
que no eras tú en esta ocasión la que me hizo sacar una lágrima,
debo de aceptar que fue el recuerdo de tu ser, sí
pero en realidad era más el temor a que sucediera nuevamente lo que no deseo.
Esta carta simplemente es para despedirme de ti.
Para agradecerte el haberme dejado en medio de la nada,
A tu lado no habría tomado la decisión de crecer,
Y fue por ti por lo que decidí seguir por este camino.