La memoria es un arma de dos filos. Por un lado es capaz de enterrar los recuerdos dolorosos, aquellos momentos donde la vida parecía un hilo de equilibrista al borde de la ruptura. Por otro lado nos agracia con remembranzas de épocas que jamás podremos volver a vivir. Y al final nos achaca repentinamente con fantasmas del pasado, personas que conocimos y hubiéramos no deseado, personas cómo tú que se introducen en el corazón, la mente y hasta el estómago de uno simplemente para volcar de cabeza a un mundo sin sentido.
El mundo es pequeño, pues hoy que te olvidado, que no eres más que un simple archivo negro en los confines de mi ayer, apareces de nuevo ante mi presencia y me cambias nuevamente el equilibrio. Vuelvo a convertirme en el acróbata que vivió contigo, y por lo cual te perdí. Vuelvo a ser el yo que había olvidado por haber vivido la época más feliz y a la vez más amarga de mi carrera por este instante de tiempo en la infinidad del espacio al que llamamos vida.
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